“MI FAMILIA GANÓ AL VIRUS Y QUERÍA DONAR PLASMA, PERO HAY TRABAS”

FILAS EN CNS

Claudio no podía respirar y sentía que iba a fallecer, pero la Covid- 19 no lo doblegó. Él y su familia vivieron un tormento al encontrarse con hospitales colapsados y personal paupérrimo que les negó atención, por lo que debieron -literalmente- enfrentar solos  la muerte confinados en casa. Tras semanas de lucha lograron vencer al virus. Sin embargo, pese a su predisposición no pueden donar plasma hiperinmune a causa de trabas para acceder a las pruebas PCR.

“Yo sé que tengo coronavirus, pero ya pasaron más de dos semanas que en el Sedes me tomaron la muestra PCR hasta ahora no me dan los resultados. Fue tan complicado y moroso acceder a esa prueba que ya perdí la esperanza de ser un donador. Vencimos a la Covid, pero no podremos donar plasma”, lamentó Álvaro, el hijo menor de Claudio.

Cochabamba es el tercer departamento, después de Santa Cruz y La Paz, con más casos positivos de Covid-19 (más de 6.000). No obstante tiene la tasa de letalidad más alta del país.

Esta familia cochabambina, que vive al sur de la ciudad, relató a Página Siete las dificultades que padeció y cómo venció al virus. A continuación su relato cronológico de los hechos:

8 de junio. Claudio, de 65 años, sintió síntomas de resfrío que devinieron en gripe. Ni él ni su familia la tomaron con preocupación ya que la consideraron una enfermedad propia de la estación.

12 de junio. Claudio realizó un esfuerzo físico que le afectó la espalda. El dolor no lo dejó dormir esa noche. Su resfrío persistía.

16 de junio. Fue de Cochabamba a un centro de salud en el municipio de Tiquipaya pues allá está su historial médico. En consulta externa lo descartaron como sospechoso de coronavirus porque no había perdido ni el olfato ni el gusto. Le recetaron ibuprofeno y paracetamol para su resfrío y espalda.

Esa  semana, su hijo  Álvaro (de 28 años) se resfrió y se sentía muy mal.  “Me cuidé durante y luego de la cuarentena. Evitaba salir de casa y tener contacto con otras personas. Me sentía muy raro, muy mal, pero estaba convencido de que era sólo  un resfrío”, explicó .

21  de junio. Claudio sentía una opresión en su pecho que le dificultaba la respiración, tenía fiebre, dolores de cabeza y  musculares. Sus dolencias eran “insoportables”. Su esposa Trinidad (de 65 años) decidió llevarlo al hospital.

“No fue fácil encontrar un taxi porque era domingo y estaba prohibida la circulación vehicular en todo el país. Pensaba que mi esposo se iba a morir en el taxi. El chofer nos ayudó mucho. Él se bajaba del auto y golpeaba las puertas de los hospitales. ‘¡Está mal del corazón! ¡Ayúdenlo. Se puede morir!’, gritaba el conductor, pero nadie nos ayudó”, contó Trinidad.

Su primera opción fue regresar al centro de salud de Tiquipaya, pero de allí  los derivaron al hospital de ese municipio, donde tampoco lo recibieron. Luego se trasladaron a una posta médica de Jayhuayco, otra vez sin suerte. Su última opción fue el Hospital del Sur de la Llajta. Un médico de turno salió y desde una reja les explicó que en ese nosocomio de referencia para Covid no podían sino atender esos casos.

Sin ninguna alternativa médica tuvieron que retornar a su domicilio. Seguían pensando que era un problema de corazón. Esa tarde, Trinidad llamó insistentemente a los números difundidos por el Servicio Departamental de Salud (Sedes) para solicitar ayuda, pero jamás contestaron el teléfono.

23 de junio. Roxana (de 35 años), hija mayor de Claudio lo llevó al hospital Univalle . En la consulta les explicaron que debido a que tenía síntomas Covid-19 era necesario que se hiciera una prueba para confirmar o descartar el virus. 

“Estaba muy mal. No sé de dónde saqué fuerzas para no desmayarme. Creo que por no preocupar a mi hija,  aguanté. Sólo me senté un rato y cerré con fuerzas mis ojos para reaccionar mientras esperaba unas medicinas que mi hija estaba comprando. Apenas podía respirar”, recordó Claudio.

24 de junio. Claudio se sometió a la prueba rápida  (por sangre) en un laboratorio privado. Pagó 150 bolivianos; dos días después el precio del mismo test costaría de  250 a 300 bolivianos.

25 de junio. Esa tarde, mientras almorzaba, la familia recibió  la temida noticia: Claudio era positivo a coronavirus. Ese resultado fue devastador porque había estado en contacto estrecho con todos los miembros de su familia.

Con los resultados de laboratorio fue directamente al Hospital del Sur porque aún presentaba dificultad para respirar. Sin embargo,  en Emergencias un médico revisó los análisis y le dijo que la prueba rápida no era válida para los hospitales de referencia, que solo las PCR (hisopado) que realizan el Sedes (Servicio Departamental de Salud Cochabamba) están reconocidas por el Ministerio de Salud.

“Nos dijeron que las pruebas rápidas no valen para los hospitales. Casi gritando les reclamé por qué el Sedes autorizó a los laboratorios  las pruebas rápidas si no tienen validez, pero no me respondieron. Llorando les pedí que atendieran a mi papá, pero dijeron que internarlo sería más peligroso para él. Nos recomendaron regresar si empeoraba, sólo si estaba a punto de morir. Fue allí que nos dimos cuenta que ningún hospital nos iba a atender y decidimos buscar ayuda de otra forma”, relató la hija  de Claudio, Roxana.

Esa noche ella se contactó por teléfono con una amiga médica que trabaja con pacientes Covid en el hospital Viedma. Por WhatsApp, la doctora le recetó  medicinas y tratamientos caseros para mejorar su respiración.

Esa  noche, Álvaro tuvo fiebre y dolor de cabeza. Alejandra, la hija del medio, resultó asintomática por lo que asumió el cuidado de sus padres y su hermano.

Roxana no vive con sus padres, pero temía haber propagado el virus a su esposo e hijos.

26 de junio. Trinidad, la mamá, presentó escalofríos, fiebre y dolor de cabeza, pero no consumió ningún medicamento. Se refugió en la medicina natural. 

“Mi mamá es muy delicada de salud. Las medicinas para tratar el coronavirus son muy fuertes y le iban a dañar el estómago. Ella decidió tratarse con medicina naturales y  funcionó”, dijo Alejandra.

Desesperados a estas alturas, llamaron a  laboratorios privados pues todos debían someterse a   la prueba rápida. Pero en cinco centros particulares  les dijeron que se habían agotado los reactivos y que  iban a llegar el lunes 29 de junio.

Álvaro llamó insistentemente al Sedes para acceder a la prueba PCR. Le derivaban de una línea a otra y en más de una oportunidad le tomaron sus datos y sintomatología. Se comprometieron enviar una brigada móvil a su domicilio, pero ésta no llegó.

28 de junio. Por indicación de la doctora del Viedma, Claudio empezó el tratamiento de nebulizador cuatro veces al día por 10 días continuos. Le ayudó a mejorar su respiración y a expulsar flemas.

29 de junio. Comenzó la cuarentena rígida en el eje metropolitano de Cochabamba. La familia de Claudio sabía que debía permanecer confinada, pero necesitaba medicinas y comida.  Temían que sus vecinos se enteraran de que eran portadores del virus por el estigma y la presión social.

2 de julio. Funcionarios del Sedes llamaron a Álvaro y le dijeron que vaya al centro de salud Pucarita para la prueba del PCR. Pese a que no había transporte –por la cuarentena rígida-  y se sentía muy mal, tuvo que ir caminando.

“Llamé varias veces por varios días al Sedes. Tardaron mucho en responder. Dicen que no tienen personal ni suficientes pruebas”, dijo Álvaro. Pese a sus intentos y solicitudes,  ni Claudio ni Trinidad  pudieron acceder a eso test del Sedes.

7 de julio. Claudio concluyó el tratamiento con el nebulizador. Ya no volvió a presentar fiebre, ni dolores de cabeza o musculares. 

“Hace poco me enteré que un vecino murió mientras buscaban una clínica. Jamás le realizaron una prueba de coronavirus, pero tenía eso. Dicen que le dio un resfrío y que se complicó. No había espacio en el Cementerio General y decidieron enterrarlo en su pueblo. Creo que ni siquiera obtuvieron el certificado de defunción. Todo fue muy rápido. Era más joven que yo; me dio mucha pena. Yo fui uno de los afortunados que sigo aquí”, dijo Claudio.

De los cinco miembros de su familia, tres estuvieron  muy delicados de salud. En algún momento, la vida de Claudio estuvo en serio  peligro. Por ello, el hombre sigue agradecido

Claudio y Trinidad son  adultos mayores y no son aptos para donar plasma hiperinmune porque tienen más de 60 años. Por eso misma razón desistieron de realizarse las pruebas de laboratorio.

“Me da tanta pena que haya gente muriendo por este mal. Yo donaría mi sangre para ayudar a otros, pero ya estoy mayor”, lamentó Trinidad.

Roxana se hizo la prueba rápida (a 280 bolivianos) y  dio negativo. “Cuando vi los resultados de mi padre inmediatamente supuse que yo también tenía coronavirus. Mil cosas pasaron por mi mente, entré en shock. Uno de esos pensamientos fue una promesa y compromiso, que si íbamos a superar todo esto, yo iba a ser donadora. No podré ayudar a otros, solo eso me duele”, expresó.

“Las pruebas rápidas en los laboratorios  privados cuestan entre 250 y 300 bolivianos. En el Banco de Sangre exigían tres pruebas para ser donador (uno positivo y dos negativos) y estaba dispuesta a pagar ese monto (900 bolivianos aproximadamente), pero cuando me enteré que no tienen validez para el Banco de Sangre sentí mucha frustración. No es fácil acceder a una PCR”, protestó Alejandra.

Desistió de acudir al Sedes por una prueba PCR luego de que se enteró que los asintomáticos –ya que ella lo era- no desarrollan anticuerpos que  beneficien a los enfermos críticos con Covid – 19.

María Luisa Herrera, directora del Banco de Sangre en Cochabamba, aseguró que no todas las personas positivas a coronavirus son aptas para donar plasma hiperinmune. 

“Quizás determinada persona  no va poder ser un buen donante. La población tiene que entender no es simplemente traer al donante, sino que tiene que ser alguien que tenga calidad de plasma para que pueda ser de utilidad para el receptor” recalcó la proferional. 

Herrera refierió que a veces llegan al  Banco de Sangre hasta  diez donantes, pero uno a uno son rechazados. Las razones son variadas: Algunos son asintomáticos y, por los estudios  realizados por el Banco de Sangre, no tienen una buena cantidad de anticuerpos. Pero hay quienes tampoco pueden comprobar haber vencido al virus.


Herrera explicó que se flexibilizaron los requisitos para los donantes de plasma. Antes se exigía tres pruebas PCR (un positivo y dos negativos); en cambio ahora son solo dos ensayos (un positivo y un negativo). Incluso, se analiza la posibilidad de que la PCR no sea la única prueba que valide el coronavirus.

El Banco de Sangre de Referencia Cochabamba tiene capacidad para atender solo a diez donantes de plasma por día. La persona interesada en donar debe contactarse con el Banco donde le asignarán un horario para que acuda. Hay una lista de espera por lo que la programación de la cita puede demorar más de 24 horas. El procedimiento de extracción de plasma puede tardar de una hora a una hora y media porque incluye pruebas cerológicas.

Hasta el 13 de julio, el Banco de Sangre de la capital del Valle incluía en   su registro a 114 personas que donaron su plasma hiperinmune. Éste es vital para reforzar a enfermos críticos de Covid-19 y salvar sus vidas en muchos casos.  

El 14 de julio se promulgó la ley departamental N° 967 y su reglamentación que promueve, incentiva y facilite ese acto “altruista”.

Requisitos  para donar plasma

  • Norma  En la Llajta, la ley departamental N° 967 que promueve, incentiva y facilita la donación de plasma hiperinmune plantea requisitos para la donación.
  • Voluntaria  La donación de plasma debe ser voluntaria.
  • Salud  No debe ser portador de alguna enfermedad ni estar sometido a algún tratamiento médico. No debe consumir drogas e inyectables no prescritos por algún médico.
  • Edad  De 18 a 60 años y un peso corporal superior a los 50 kilos. Tener una prueba PCR (puede ser realizada por un laboratorio privado).
  • Pruebas  El laboratorio del Sedes Cochabamba  tiene al menos 1.000 pruebas en espera de ser procesada.

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