EXPERTAS VEN QUE EL SISTEMA JUDICIAL ESTÁ DANDO UN MENSAJE DE IMPUNIDAD EN VIOLENCIA A LA MUJER
A pesar de los avances en la legislación contra la violencia a la mujer en Bolivia una de las falencias evidenciadas por las expositoras internacionales del seminario internacional sobre Leyes Integrales contra la Violencia hacia las Mujeres”, es el margen de impunidad de los casos que deberían ser resueltos en el sistema judicial.
La secretaria del Mecanismo de Seguimiento de la Convención de Belém do Pará de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luz Mejía, explicó que el país tiene normas como la Ley 348 muy avanzadas y modernas de la región, sin embargo no son congruentes con su implementación.
“El sistema está dando un mensaje de impunidad, un mensaje que es que no va a pasar nada aunque las mujeres acudan al sistema (judicial), es un círculo que lo que hace es desmeritar una ley muy progresista”, explica.
La conciliación, se convierte en la herramienta más práctica para los operadores porque les facilita la descongestión de casos, resalta. Ayer, Maeba Quispe Ortiz (19) perdió la vida después de perdonar a su pareja que estuvo dos años en la cárcel.
Mejía evidenció como otro de los factores, las limitaciones en la formación del personal judicial y su consecuencia en el aplazamiento de los casos de violencia.
“Una de las grandes cosas que reconoce Bolivia son los altos niveles de impunidad y eso tiene que ver con un problema de la capacidad de formar a los jueces y juezas y cómo el sistema judicial responde a las que son víctimas de violencia”.
Por su parte, la representante de la relatoría de los Derechos de las Mujeres de la CIDH, Margarette May Macaulay, dijo que además de dar respuestas a nivel judial el Estado tiene que proporcionar mecanismos de apoyo a las mujeres.
Según el reporte de la Coordinadora de la Mujer, de 87.718 casos registrados por el Ministerio Público entre 2013 y 2016 por infringir la ley contra la violencia machista, sólo el 36 % derivó en una sentencia.
Estas falencias, se convierten en un tipo de violencia estructural por el que también tiene que atravesar la víctima, explica Mejía.
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