EL SECTOR ENERGÉTICO EN LA FASE DE INDUSTRIALIZACIÓN

Ramiro F. García Paredes – Analista Económico

La crisis energética mundial —agravada por el conflicto bélico Rusia – Ucrania— alteró la volatilidad de precios en el mercado del petróleo y los costos de la energía. Los países de la Unión Europea respondieron con sanciones económicas contra el país euroasiático, entre ellas la suspensión a las importaciones de productos petrolíferos refinados, pero el plan para reemplazar el suministro ruso fracasó rotundamente. Este panorama evidencia y confirma la importancia de desarrollar proyectos energéticos allá donde existan esas potencialidades.

Bolivia siente el impacto y administra la turbulencia mundial con sus propios recursos. Desde el año 2006, el nuevo Estado reestableció su rol protagónico en la economía y su derecho a definir sus políticas de producción mediante la implementación del modelo económico, social, comunitario y productivo, que identifica al sector energético como generador de excedentes.

Para que el Estado transfiera esos recursos excedentarios a los sectores generadores de empleo e ingreso, es necesario liberar al país de la dependencia de la exportación de materias primas, abandonar el modelo primario exportador para construir una Bolivia industrializada y productiva.

En ese camino, el país se embarcó en la construcción de un orden económico en torno a la industria, a la transformación de materias primas en productos elaborados con valor agregado. Bajo esa lógica, las políticas públicas se orientaron a fortalecer la demanda interna y a priorizar una estructura económica más diversificada que —después de la nacionalización de los hidrocarburos— dio paso al proceso de industrialización. En ese contexto nacen emprendimientos de gran envergadura en el sector energético.

En el área de hidrocarburos, con la Planta Separadora de Líquidos Carlos Villegas pasó de importar gas licuado de petróleo (GLP) a exportador del producto, se dio valor agregado al gas natural mediante la producción de fertilizantes en la Planta de Amoniaco y Urea (PAU), y tubos de polipropileno en la Empresa Boliviana de Industrialización de Hidrocarburos (EBIH).

Asimismo, están en marcha dos plantas industriales de biodiésel que aprovecharán los aceites de origen vegetal para producir un combustible más amigable con el medio ambiente. Además, se proyecta una Planta HVO (aceite vegetal hidrotratado, por su sigla en inglés) y la Planta de Producción de Fertilizantes Granulados Cochabamba.

En el ámbito de la industria eléctrica, el país incorporó tecnología de ciclos combinados en las plantas termoeléctricas y fuentes renovables como la energía solar, eólica, hidroeléctrica y biomasa para potenciar esa área. En los últimos quince años, la capacidad de generación se incrementó en 260% y en marzo de este año comenzó un anhelado proyecto: la exportación de electricidad al mercado argentino.

Otro avance destacable es la incursión en la industria de los radiofármacos en el Complejo Ciclotrón y Radiofarmacia Preclínica (CCRP), administrado por la Agencia Boliviana de Energía Nuclear (ABEN). Estos productos son gratuitos para los pacientes de cáncer, representan un ahorro para las familias y lo más importante, salvan vidas.

También es relevante mencionar que, en enero de este año, se concretó el primer convenio para viabilizar la construcción de dos plantas con tecnología de Extracción Directa de Litio (EDL) y también se prevé la pronta inauguración de la Planta Industrial de Carbonato de Litio a cargo de Yacimientos de Litio Bolivianos (YLB).

En el pasado, el país experimentó la dependencia de productos importados que hoy está empeñado en producir mediante la política de industrialización con sustitución de importaciones, por ello todo lo expuesto anteriormente es una muestra tangible de que Bolivia está en la fase industrial y existe la firme determinación de consolidar el proceso.

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