UNA OLA DE CALOR INÉDITA COLOCA A UN CUARTO DE LAS CIUDADES DE BRASIL EN ALERTA EXTREMA

Cientos de ciudades están esta semana en alerta máxima por altas temperaturas debido a la primera gran ola de calor de la temporada, cuando falta más de un mes para la llegada del verano. Una ola inédita en extensión y duración. En el mapa del Instituto Nacional de Meteorología (Inmet), dos tercios del territorio de Brasil aparecen pintados de naranja y rojo, los colores para “peligro” y “gran peligro”. En esta última categoría se entiende que hay “gran probabilidad de daños y accidentes, con riesgo para la integridad física o incluso la vida humana”, según el organismo. Un total de 1.413 municipios de 13 estados, entre un total de unos 5.000 municipios, están en la zona de riesgo, que se activa cuando se alcanzan temperaturas cinco grados por encima de la media durante varios días consecutivos. Simultáneamente, se esperan fuertes lluvias en el sur.

El calor sofocante llegó hace unos días en un lento pero constante in crescendo. En Río de Janeiro, el fin de semana, una multitud abarrotó las playas en busca de algo de alivio, pero lo peor estaba por llegar. La elevada humedad en el ambiente empeora las cosas. Los grados que marcan los marcadores de los termómetros callejeros arrojan unos números que hasta parecen llevaderos comparados con el sentir de quien camina bajo el sol abrasador. El lunes, la alcaldía registró una máxima de 42,5 grados, pero la sensación térmica real fue de 50,5 grados. En São Paulo se llegó a los 37,4 grados, el día más caluroso para un mes de noviembre desde hace 19 años.

Además de sudores, sofocos y mal humor, la ola de calor está provocando una carrera contrarreloj en busca de aparatos de aire acondicionado y una explosión de la demanda de energía, precisamente por la búsqueda de una brisa fresca dentro de casa. Según el Operador Nacional del Sistema Eléctrico (ONS), el lunes por la tarde, a la hora de la siesta, se produjo el mayor consumo de energía en la historia de Brasil, 100.955 megavatios, la primera vez que se supera la barrera de los 100.000. Las autoridades del sector también elevaron un 11% la previsión de consumo de energía este noviembre respecto al del año pasado.

En principio no debería haber riesgo de apagones porque las presas están bastante llenas (la hidroeléctrica es la principal fuente de energía de Brasil), pero es una hipótesis que tampoco se descarta. Este martes falló la luz en varios momentos en la Asamblea Legislativa de São Paulo, justo cuando los diputados pedían explicaciones a la empresa eléctrica Enel sobre el histórico apagón que vivió la ciudad la semana anterior. Un temporal con rachas de viento de más de 100 kilómetros por hora derribó cientos de árboles y postes de luz y dejó sin electricidad a cientos de miles de vecinos durante días. Ocho personas murieron.

Las olas de calor en Brasil son cada vez más frecuentes, como demuestra un estudio publicado recientemente por el Ministerio de Ciencia y Tecnología. El número de días al año con temperaturas récord se multiplicó rápidamente en 20 años. Entre 1961 y 1990 era algo muy excepcional, como máximo siete jornadas al año. Entre 2011 y 2020 se llegó a una media de 56 días de calor extremo.

El ambiente seco estimula todo tipo de tragedias ambientales. La sequía histórica en la Amazonía ha secado los ríos y ha dejado bajo el humo la ciudad de Manaos por los incendios. Algo parecido sucede en El Pantanal, el otro gran tesoro natural de Brasil, un inmenso humedal que es el principal refugio de jaguares del mundo. En lo que va de noviembre, aquí ya se han detectado casi 2.400 focos de incendio, cinco veces más que la media.

Pero no solo se trata de calor, también del aumento de frecuencia de fenómenos extremos asociados. El aire caliente bloquea la inestabilidad y acaba lloviendo mucho en la periferia de esa masa caliente. Ya hay avisos de que en los próximos días puede haber lluvias torrenciales récord, sobre todo en el sur de Brasil. En algunas ciudades pueden caer entre 200 y 400 litros por metro cuadrado, lo que probablemente provocará inundaciones, deslizamientos de tierra y posiblemente, muertes. En septiembre, el paso de un ciclón en el estado de Rio Grande do Sul causó 50 fallecidos y ocho desaparecidos.

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