ENRIQUETA ULLOA: CONOCIENDO SU MUSEO Y SU VIDA

El cielo se pinta de celeste y a lo lejos aparecen algunas nubes que no logran crear sombra alguna en la mañana tarijeña. Detrás de una coqueta puerta de madera está Enriqueta Ulloa Mealla imponente, bella y con una sonrisa que brilla más con los rayos de sol que se filtran por los parrales de su casa.

Luce un vestido entallado oscuro con figuras naturales verdes y celestes. El sombrero que escogió es coqueto y no deja escapar ni un cabello desobediente. Y, como las sonrisas no envejecen, ella es toda una quinceañera hasta que le duelen las rodillas. Sí, ya tiene 70 años de vida bien llevados.

No le duele el paso del tiempo, ella lo acepta y eso no le quita ni un ápice el placer que siente al mirar atrás y saberse satisfecha con lo que hizo.

“Bienvenidos”, dice Enriqueta y de entrada regala una de sus mejores sonrisas. Así, abre las puertas de su vida y de la casa museo que en la actualidad cuida con esmero en la calle Colón 367 de la Capital de la Sonrisa.

Tantas idas y venidas

El éxito es un caballero al cual hay que conquistar… quizás por eso Enriqueta pone todo su esfuerzo en su más reciente emprendimiento: su casa museo. “Yo he inaugurado este lugar el 17 de febrero de 2020 y la pandemia llegó en marzo”, cuenta sentada delante de un mural que la tiene a ella como protagonista y que fue hecho por el tarijeño Fabio Terán.

El lugar permaneció cerrado apenas fue inaugurado. Parecía una buena idea bajar los brazos o cerrar el sitio… pero Enriqueta no es de las que se rinden. Cuenta: “Estamos tratando de reactivar este centro cultural y turístico para que sea un aporte al país, pero principalmente a Tarija. Esta es una inversión absolutamente personal, es el fruto del trabajo de toda mi vida lo que he invertido en esta casa que era de mis padres y donde también yo viví”.

En la casa hay siete habitaciones que están destinadas a los huéspedes que llegan a Tarija. La numeración no existe en las piezas, cada una tiene por nombre alguna canción interpretada por la artista nacida en Padcaya.

El número siete para Enriqueta tiene algo de mágico. Ella explica esta obsesión tan suya: “El siete para mí es clave. Sí, sí, porque yo he nacido en julio que es el mes 7 del calendario, nací el 52 cuyos números suman 7, y nací el 14 que es doble 7. Mis hermanos han sido siete, mi padre ha fallecido un 7 mi hermano también, por eso he querido hacer que sean siete habitaciones. Además, en 1977 me eligieron la reina de la canción que entonces ha dado inicio a mi trabajo de manera profesional artística. Estoy esperanzada en este 2023, porque sí sumamos dos, más dos, más tres también da 7”.

El lugar no es convencional. Mientras Enriqueta charla con Página Siete, un par de alojados sale y le piden consejos para ayudar a otro hospedado que se encuentra con dolor de estómago. Queta ofrece casi de memoria una receta casera infalible.

Esta faceta de su vida tiene idas y venidas. A veces a su hotel llegan personas que únicamente requieren alojamiento; pero la mayoría se acerca a la Casa de Enriqueta por conocerla a ella.

Para complacer a su público, Ulloa habilitó una habitación en la cual están fotografías, certificados, trofeos, discos y una cantidad innumerable de premios y recuerdos de su vida artística.

Entre sus tesoros hay fotos con Nilo Soruco o el Papa… está un reconocimiento de Naciones Unidas y certificados de cuando era “hija ilustre” en distintas ciudades. Los amantes de su arte también pueden ver sus mejores trajes y casi toda su discografía.

“Soy una convencida de que lo simple es lo bello. A quienes me visitan les canto alguna piecita y la gente se emociona. También hablamos de autores y canciones… Es un recorrido que dura unos 45 minutos y después nos tomamos fotitos. La gente se va muy contenta. Creo que llegamos al corazón, al sentimiento de la gente”, narra la mujer que vivió más de 30 años en La Paz.

La vida es linda

De a poco el cielo comienza a nublarse, pero no va a llover; hay otros fenómenos menos predecibles que el clima, por ejemplo el destino. Cuando se le pregunta a Enriqueta en qué momento decidió ser artista, ella responde: “Cuando crecí yo pensé que iba a ser profesora nomás como mi papá y mi mamá que eran profesores. Yo estudié en Sucre, yo hice posgrados y para las mujercitas de mi época en Tarija era lo máximo realmente ser profesora”.

Eso sí, le gustaba cantar y en el 77, cuando ya ejercía como maestra, se demostró que tenía dones para la música y fue electa Ñusta de la canción boliviana. Al poco tiempo decidió radicar en La Paz para realizar un posgrado. “Bendito Dios que me he ido a La Paz. Me enamoré de la ciudad y comencé a actuar en los mejores locales, compartía escenario con grandes artistas nacionales. La verdad es que tengo que agradecer profundamente a la ciudad de La Paz porque me ha querido y yo la he querido”, comenta la maestra que dio clases en los colegios Lindeman, Loreto, la escuela México y otras entidades paceñas.

Los años pasaron y ella fue un cántaro que se llenó de experiencias artísticas. “Imagínate en 40 años tuve muchas experiencias, por ejemplo llegar a Guanay cuando no había ni camino y crecer juntamente con el pueblo. Fui a cantar a Cobija cuando toda la población era realmente muy poquitita y después volví para cantar ante cinco mil personas. Fui a las minas y vi toda esa grandiosidad de cuando traían artistas directamente desde México”.

Incursionó en la política y fue ser alcaldesa de la ciudad de La Paz por un puñado de días.

Morir cantando

Unos 11 años atrás Ulloa fue a cantar en la Feria Exposición de Tarija. Recuerda: “Antes de mi actuación estaban Los Embajadores del Guadalquivir, con la voz maravillosa de don Abdón Rivera. Él tenía una voz muy potente; pero ya estaba enfermo. Cuando lo escuché cantar me puse a llorar y dije ‘yo no quiero esto para mí, quiero retirarme en mi mejor momento’”.

La Queta anunció su retiro en 2018. Nadie le creyó por esa tendencia a despedirse una y otra vez hasta convertir un adiós en un gancho publicitario. “Me dije ‘yo me voy a retirar, si Dios me lo permite, a mis 40 años de canto’. Tomé esa determinación en el mejor momento de mi carrera artística, con mi voz impecable. Tú cumples tus ciclos, tienes tus tiempos y creo que mi tiempo en los escenarios ya pasó”, explica la mujer a quien le han rogado para volver a los escenarios.

En su casa vuelve a brillar y cuando alza la voz las paredes retumban. Al cantar mira a sus anfitriones con tanto cariño que dan ganas de abrazarla de la emoción que irradia.

Una de sus piezas preferidas, y la que usualmente más le piden, es Morir Cantando. El tema creado por el tarijeño Hugo Monzón habla de un músico cuya copla se va acabando y que se va muy lejos para no volver.

Enriqueta es pura vida y anécdotas. Se despide y a un par de cuadras el cielo tarieño comienza a nublarse.

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