EN ESPAÑA, UNA DIPUTADA CON SÍNDROME DE DOWN QUIERE CAMBIAR LA MIRADA SOBRE ESTA CONDICIÓN

Mar Galcerán, primera persona con síndrome de Down elegida diputada autonómica en España, se ha propuesto cambiar la visión que la sociedad tiene de la discapacidad, que es objeto de una revisión de la Constitución española que se aprobará este jueves.

A sus 46 años, esta política locuaz y sonriente se unió en septiembre al selecto círculo de personas con síndrome de Down que ocupan cargos electos en Europa, al tomar su escaño en el Parlamento regional de Valencia, al este del país. 

Un mandato que esta diputada del Partido Popular (PP, derecha) pretende utilizar para “cambiar la visión que tiene la sociedad respecto a las personas con discapacidad”, explica a la AFP en el hemiciclo de las Cortes valencianas.

Eso es también lo que espera del proyecto de revisión de la Constitución española de 1978 que sustituirá el término “disminuido”, considerado degradante, por el de “discapacitado”, y que el Senado (cámara alta) aprobará definitivamente el jueves. 

El Congreso de los Diputados (cámara baja) adoptó el cambio el jueves pasado con una aplastante mayoría de 312 votos a favor, y solamente 32 en contra (los del partido de extrema derecha Vox). 

“El término de disminuidos, el término de minusválidos, es una ofensa, un insulto al colectivo de personas con discapacidad”, explica a la AFP.

Esta reforma, que también amplía los derechos del colectivo, es la tercera modificación de la ley fundamental española desde su aprobación en 1978, tres años después del final del franquismo, y la primera de carácter social. 

Este cambio es un recordatorio de que “las palabras cuentan”, insiste Mar Galcerán, que reclama que las personas con discapacidad sean consideradas “personas”, independientemente de su condición.  

Una reforma que debió hacerse antes

Afiliada al Partido Popular a los 18 años, esta representante regional luchó desde entonces contra las discriminaciones sufridas por su diferencia genética -los afectados tienen un cromosoma extra-, principalmente cuando fue presidenta de Asindown, asociación valenciana de personas con síndrome de Down.

Amante de correr y de la danza, conserva en su memoria una adolescencia marcada por el “rechazo”.

“Tuve compañeros, pero no amigos, porque me veían como una persona diferente” y “no contaban conmigo”, narró. Entonces “sí que tuve rechazo, este rechazo que tienen las personas con discapacidad”.

Más que a la sociedad o a las políticas públicas, esta antigua auxiliar puericultora da sobre todo las gracias a su “familia” por haberla “apoyado en las decisiones” que tomó.

Después de asumir su escaño, Galcerán se implicó en la comisión parlamentaria sobre discapacidad, que merece, según ella, una estrategia “transversal” que incluya sanidad, familia, educación y empleo, y donde queda mucho por hacer.

Considera positiva la reforma constitucional, pero cree que el cambio tenía “que haberse adelantado” y “no esperar a ahora”.  

“Capacidades diferentes”

En su formulación actual, el artículo 49 de la Constitución estipula que “los poderes públicos realizaran una política de previsión, tratamiento, rehabilitación e integración de los disminuidos físicos, sensoriales y psíquicos”.

La nueva redacción establecerá que “las personas con discapacidad” ejercerán sus derechos “en condiciones de libertad e igualdad reales y efectivas”.

El nuevo artículo prevé además que se atiendan en particular “las necesidades específicas de las mujeres y los menores con discapacidad”.

Durante el debate en el Congreso de los Diputados, el presidente del gobierno, el socialista Pedro Sánchez, saludó “un gran día para nuestra democracia”, sosteniendo que la reforma salda “una deuda moral contraída con más de 4 millones de conciudadanos” que sufren una discapacidad.

“Lo primero que debemos hacer es pedir disculpas a las personas a las que nuestra Constitución se refirió con un término tan ofensivo, durante tantos años”, añadió Sánchez, asegurando que “queda mucho hasta alcanzar la plena inclusión, hasta abrazar la diversidad que nos define”.

Para Galcerán, el debate sobre las palabras no está cerrado. Al término “discapacitado”, prefiere el de “personas con capacidades diferentes”, que espera que se generalice algún día.

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