SIN ABRAZOS DE SUS HIJOS Y LEJOS DE CASA, MAMÁS EN PRIMERA LÍNEA

CELBRACIÓN EN EL DÍA DE LA MADRE EN CUARENTENA

“Extraño los abrazos de mis hijos y dos  nietos”, comentó  con la voz entrecortada Carmen Lupe, enfermera con casi  30 años de carrera. “Cuando un paciente con Covid-19 se recupera, le cuento a mi hija, ella está orgullosa de mí”,  aseguró  emocionada Miriam Rocha, médica del Hospital La Portada de La Paz. Ambas son mamás y trabajan sin descanso en la primera línea de la lucha contra la pandemia del coronavirus en Bolivia.

“Cambió todo. Mi vida ya no es como antes. Ya no puedo abrazar y darles besos a mis nietos, como antes, cuando llegaba del trabajo”,  contó Lupe. “Estamos aislados  todos, mantenemos la distancia de un metro y medio  en casa”, agregó, mientras detalló cómo en los días de trabajo sale y regresa a casa vestida como astronauta. “Ya no compartimos como antes, ya no hay una convivencia muy cercana en la casa”, explicó. Este 27 de mayo, Día de la Madre, no será una excepción. 
  
Lupe, de 59 años de edad,  trabaja en  una de las unidades del  Hospital Obrero de la ciudad de La Paz. Este establecimiento no es exclusivo para atender Covid-19, pero en los últimos dos meses recibió pacientes con otras patologías que luego de unos días dieron positivo al coronavirus. Por eso, la enfermera cumple al pie de la letra todos los cuidados de bioseguridad  para  no llevar el virus a casa. “Tengo miedo de contagiar a mi familia, es mi mayor temor”, sostuvo. Ahora y por esta pandemia,  como personal de enfermería,  Lupe trabaja dos días a la semana, cada jornada es de 12 horas. 

Lupe contó que ya le falta poco para jubilarse, pero siente  que es un deber  trabajar  por los bolivianos. Por eso sigue y no se rinde. Esta pasión es compartida por su hija, quien es médica y  también trabaja en primera línea.

   Al igual que Lupe, muchas  enfermeras, médicas, profesionales de salud y  especialistas de los hospitales de todos los sistemas de salud  luchan contra el  coronavirus  en primera línea. No es nada fácil, pero sí es posible. 

Tal es el  caso de la doctora  Miriam Rocha, quien atiende a pacientes con coronavirus en el Hospital La Portada -establecimiento de salud destinado para atender a los infectados  por el virus con complicaciones en la ciudad de La Paz-. Ella tiene 10 años de carrera y siempre manejó con cuidado el tema de la bioseguridad  y los cuidados como exige su profesión, pero con la pandemia la situación cambió, no es igual,  comentó. 

 “Siempre nos cuidamos por el trabajo en el hospital; este aspecto se mantuvo, pero ahora hay mayor  temor en mi casa por si me pasa algo”, aseguró Rocha. “El acercamiento a Dios  nos alivió, oramos todos los días  para que vuelva a casa sin la enfermedad”, comentó.

 Al principio, la situación no fue fácil, en especial porque la hija de Rocha estaba muy preocupada, más  cuando se enteró que los vecinos estaban molestos porque el Hospital La Portada atendería casos de Covid-19.  La profesional conversó con su retoño de 18 años. “Le expliqué cuál es situación y ella me entendió que por la urgencia tenía que estar más tiempo en el hospital. Ahora me apoya en todo y  está muy orgullosa  de mí”, contó. 

 Como una nueva costumbre, Rocha comparte las alegrías y a veces tristezas  de su oficio con su hija. “Le cuento que salió de alta un paciente, entonces ella se alegra. También se pone triste cuando le cuento que un paciente está muy mal. Comparto un poco todas mis vivencias”, dijo. 

 En el tiempo libre, ambas aprovechan para pasar el tiempo juntas y  hacen masitas, entre otras actividades. 

Para ir al trabajo y volver a casa, Rocha siempre se cambia de vestimenta. “Toda la ropa que uso para atender a los pacientes  se queda en el hospital”, aseguró y contó que el establecimiento de salud La Portada entregó  todos los equipos de bioseguridad al personal.

Este 27 de mayo, Día de la Madre, Rocha tiene  turno en el hospital. “Me  gustaría estar en casa, pero debo trabajar”, comentó y  dijo que el mejor regalo es contar con el apoyo de su familia. 

“Me duele  en el alma no poder abrazar a mis nietos de 10 y 11 años. Ellos me miran y no puedo acercarme, el personal de salud sufre mucho”, dijo Lupe, quien también no puede charlar como antes con sus tres hijos. Contó que para este 27 de mayo sólo tiene un deseo: “Que nadie de mi familia contraiga el virus”.   

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